Privatización El agua resulta un gran negocio
Por Carmelo Ruiz Marrero CLARIDAD, 18 de septiembre de 1998
Los desmanes y descalabros de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados están causando furor en la sociedad puertorriqueña. A nadie sorprende que los ideólogos neoliberales presenten la ineptitud e incompetencia de esta agencia pública como evidencia de que el sector público es por naturaleza ineficiente.
Ahora que la gerencia de la AAA ha sido totalmente privatizada en un nuevo contrato con Professional Services Group (PSG), el discurso neoliberal boricua volverá a esgrimir el argumento de que los problemas del agua se solucionarán el próximo enero, cuando la empresa privada, eficiente y diligente por naturaleza, adquirirá control del sistema de la AAA.
¿Pero cuál es la realidad de la privatización de sistemas de acueductos alrededor del mundo?
Tremendo negocio
Es bueno que se sepa que el agua está en vías de convertirse en un gran negocio a nivel mundial. Para motivar a los inversionistas del sector privado a entrar al «negocio» del agua, varias instituciones financieras internacionales del sector público ahora ofrecen numerosos incentivos.
Las Naciones Unidas; el Banco Interamericano de Desarrollo; agencias del Banco Mundial, como la International Finance Corporation y la Multilateral Investment Guarantee Agency; y agencias del gobierno de Estados Unidos, como el Export-Import Bank y la Overseas Private Investment Corporation, están todas metiéndose de cabeza en este sector de la economía.
Según un estimado de la International Finance Corporation, brazo del Banco Mundial encargado de atender las necesidades de la empresa privada, 12% de los gastos de infraestructura en el mundo están relacionados con proveer agua potable. De esa porción, de 15 a 20% del capital viene del sector privado, según un ejecutivo de la firma financiera británica Coopers & Lybrand. Gobiernos y municipios ahora buscan financiamiento para proyectos de agua de firmas locales al igual que de los mercados financieros internacionales.
Es significativo que grandes compañías de seguros, como Prudential, estén invirtiendo en este negocio, ya que éstas tienen políticas de inversión extremadamente conservadoras y no arriesgan su dinero a menos que haya suficientes garantías. En este sentido, en países como Estados Unidos, Chile, Argentina y Perú se está comenzando a usar fondos de pensiones para financiar proyectos de infraestructura relacionados con agua.
La experiencia en Inglaterra
¿Pero habrá sido realmente buena idea privatizar los servicios de agua?
Veamos el caso de Inglaterra, donde están ampliamente documentados los efectos de la privatización de los acueductos.
En la ciudad inglesa de Yorkshire se le vendió el servicio de agua a la compañía Yorkshire Water (YW). Esta firma llegó a la conclusión de que era demasiado caro reparar las averías y roturas en los acueductos y darle mantenimiento y limpieza a los canales que recogen agua de lluvia para almacenarla en embalses. Por tanto, decidió subcontratar tan tediosa y costosa tarea.
La labor de las firmas subcontratistas fue un desastre. Las consecuencias se hicieron sentir en el verano de 1995, cuando hubo una gran sequía. El jefe de la YW decidió afrontar la situación con sermoncitos sobre conservación de agua. Entre otras cosas, aconsejó a los abonados -sin sarcasmo alguno- a acostumbrarse a vivir sin bañarse por semanas y hasta meses.
¿Y a los empresarios locales? Se les sugirió que consideraran cerrar sus negocios durante períodos de racionamiento o mudar sus operaciones fuera del área de Yorkshire.
En la visión de mundo neoliberal, las firmas que ofrecen buenos servicios prosperan mientras que las que ofrecen servicios mediocres y deficientes desaparecen. Pero ese no ha sido el caso de YW. En noviembre de 1995, poco después de la ya mencionada sequía, la compañía anunció que sus ganancias alcanzaron niveles récord. Como para festejar tal triunfo, la YW informó a sus abonados que su servicio sería interrrumpido periódicamente en el invierno.
Como resultado directo de la privatización de los acueductos, en algunas partes de Inglaterra la salud pública se ha deteriorado a niveles asociados con la Edad Media. En Birmingham hay vecindarios en los que el servicio de acueductos privatizado le ha cortado el servicio a uno de cada siete inquilinos, reporta el diario "The Guardian". Se sabe de casos en que inquilinos se han visto forzados a defecar en las escaleras de sus edificios y tirar el excremento por las ventanas. La situación es tan extrema que la Asociación Médica Británica exhortó a que se pusiera fin a los cortes en el servicio de agua.
Otra compañía privatizadora que se las trae en Inglaterra es Thames Water (TW), la misma que construye aquí el fabuloso superacueducto de Rosselló.
TW opera acueductos privatizados en Australia, Tailandia y Londres. En el verano de 1995 le cortó el agua a sus abonados londinenses, causando que la prensa y el gobierno expresaran preocupación por las consecuencias sobre la salud pública. En respuesta, un portavoz de la TW respondió molesto que lo que se haga con las ganancias es prerrogativa exclusiva de la compañía.
¿Estaba la compañía en apuros financieros tales que justificaran cortar su servicio? De ninguna manera. En noviembre de ese mismo año los dividendos a sus accionistas aumentaron en un 12%.
Corrupción internacional
La privatización de los acueductos ha venido acompañada de un patrón de corrupción internacional.
TW, por ejemplo, fue acusada repetidas veces de tratos turbios en sus esfuerzos exitosos por conseguir un contrato de acueductos en Tailandia. En septiembre de 1995 el diario "Bangkok Post" reportó que un ministro del gobierno recibió un enorme soborno de TW. Dos firmas competidoras, MDX e Italian-Thai Development, acusaron a TW de jugar sucio y de conspirar en secreto con otras firmas para obtener el contrato de Tailandia.
Caso similar es el del conglomerado francés Lyonnaise des Eaux (LdE), contratado para proveer agua y otros servicios públicos en Alemania, Argentina, Bélgica, China, España, Estados Unidos, Inglaterra y la República Checa.
LdE es una de las dos corporaciones francesas que dominan el mercado internacional de acueductos privatizados y posee contratos con agencias públicas para cosas tan variadas como recogido de basura, mantenimiento de edificios públicos, calefacción y construcción de puentes y carreteras.
En 1994 el alcalde de la ciudad francesa de Grenoble fue convicto por aceptar millones de dólares en sobornos de la LdE. Gracias a esos pagos ilegales, la firma consiguió el contrato para operar los acueductos de la ciudad y procedió entonces a cobrar precios exhorbitantemente altos a los abonados.
Pero no se queda atrás la Compagnie Genérale des Eaux (ahora llamada Vivendi), matriz de la PSG, que acaba de obtener el contrato de privatización de la gerencia de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados de Puerto Rico. Además de que varios de sus oficiales han sido convictos por corrupción, en el 1996 cinco de sus trece directores fueron investigados por tratos turbios.
De todos los desmadres causados por la privatización de acueductos a través del mundo, uno de los más interesantes es el caso de la compañía inglesa Biwater.
Según reportajes en la prensa británica, esta compañía tenía un esquema secreto e ilícito con el gobierno inglés, en particular el Partido Conservador. Mediante este esquema, el gobierno de Inglaterra proveía generosa ayuda económica y militar a los países tercermundistas que otorgaran contratos a Biwater. Este arreglo ilegal, conocido como «trade-for-aid» o «trade-for-arms», alcanzó proporciones sumamente escandalosas en Malasia.
Biwater respondió a los reportajes en la prensa con amenazas de demanda por libelo. ¿Cuál fue el resultado? De eso hablaremos la semana que viene.
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