¿QUE HACEMOS CON TANTA BASURA?

Carmelo Ruiz Marrero / 31 de agosto de 1998

 En Puerto Rico se producen casi diez mil toneladas de basura al día, y ya prácticamente no hay espacio para más vertederos. Más de 20 de los 30 vertederos que operan actualmente tendrán que cerrar en los próximos cinco años debido a que no cumplen con la nueva ley federal sobre el manejo de desperdicios sólidos puesta en vigor en 1994, conocida como el Resource Conservation and Recovery Act.

Los vertederos que tienen sus días contados incluyen a San Juan (que recibe mil toneladas al día), Carolina, Yabucoa, Toa Baja, Vega Baja, Florida, Juana Díaz, Yauco, Mayagüez y Moca.

Para hacerle frente a la crisis de los desperdicios sólidos en armonía con la nueva ley federal, la Administración de Desperdicios Sólidos (ADS) negoció con la Junta de Calidad Ambiental y la agencia federal de protección ambiental (EPA) y llegaron a un acuerdo en 1996. De ese acuerdo surgió el Plan Regional de la ADS para el manejo de desperdicios sólidos, el cual incluye nueve vertederos regionales (Humacao, Fajardo, Ponce, Añasco, Salinas, Toa Alta, Barranquitas, Vieques y Culebra) que cumplirán con los requisitos federales.

De estos vertederos, sólo uno, el de Salinas, será nuevo. Los demás son vertederos ya existentes que serán modificados. Todos son actualmente operados por los municipios, excepto el de Humacao, que es de la corporación US Waste, y el de Salinas, que será de Browning Ferris Industries (BFI).

El Plan ya está en problemas. Tras negociaciones entre los vecinos de Barranquitas, el alcalde de ese pueblo y la ADS, se decidió cerrar el vertedero regional de Barranquitas- que se suponía que operara por décadas- a más tardar en el año 2003. Extraoficialmente, se dice que los vertederos regionales de Añasco (que se suponía que opere hasta el 2026) y Toa Alta van por el mismo camino que el de Barranquitas.

 Por otro lado, la construcción del regional de Salinas se ha estrellado contra una formidable muralla de oposición por parte de los vecinos, que formaron el grupo Diálogo Ambiental, y de la poderosa familia Fonalleda, que tiene intereses agrícolas en el área. Según el científico ambientalista Neftalí García, BFI quiere usar el vertedero en Salinas para almacenar desperdicios de la zona de Barranquitas y del área metropolitana, lo cual sería legal sólo si se modifica el Plan Regional. La batalla contra este vertedero está en proceso, y existe una posibilidad real de que no sea construido.

Bajo estas circunstancias, por lo menos algunos de los vertederos que se queden operando tendrán que ser expandidos y quizás algunos en vías de cerrar podrían ser modificados para cumplir con los nuevos requisitos. Los posibles candidatos para expansión y/o modificación incluyen los de Humacao, Fajardo, Ponce, Yauco y Cabo Rojo. García advierte que "No se ha hecho el estudio ambiental sobre cuáles vertederos deben expandirse. Debe haber primero una evaluación científica para ver cuáles tendrán el menor impacto".

¿En qué quedamos entonces? El área metropolitana extendida, que va de Toa Alta a Canóvanas, generadora de 43% de los desperdicios sólidos de Puerto Rico, se queda sin un vertedero cercano.

¿Qué tal echar esa basura al vertedero de Arecibo? Según García, eso no sería una buena idea, ya que está justo en medio del Caño Tiburones, un humedal frágil que ya tiene suficientes problemas de contaminación. "Dudo que ese vertedero dure siete años, no lo considero como opción", dice García.

¿Y el de Fajardo? "Queda muy lejos y hay muchos semáforos en el camino", puntualiza García. "Fajardo podría ser solamente una solución temporera. No veo opciones para el área metropolitana fuera de Humacao y Salinas. Y de cualquier modo, me opongo a que se construyan nuevos vertederos".

Según García, por tecnológicamente avanzados que sean, los vertederos no son una solución viable al problema de la basura. "En los vertederos se generan aguas contaminadas, conocidas como lixiviados, que tarde o temprano ganan acceso a las aguas subterráneas. Esto ocurre aún cuando se cumplen los requisitos mínimos federales".

Entonces, ¿Quemamos la basura? El gobierno de Puerto Rico tenía planes de poner un incinerador en Guaynabo, que iba a ser construido por la corporación francesa Montenay, pero la oposición ambientalista mató el proyecto. Incidentalmente, Montenay es subsidiaria de la compañía matriz de la controversial firma PSG, que administra a la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados. Actualmente Montenay tiene planes de construir un incinerador en Salinas, cerca de la central eléctrica Aguirre.

"Los incineradores siempre han fallado. A través de las décadas, se han introducido nuevas tecnologías de incineración y todas han fracasado. De hecho, la mayoría de los incineradores que fueron construidos en Estados Unidos en los 70 han tenido que cerrar", dice Juan Rosario de Misión Industrial.

"No favorezco la combustión completa- o incineración- por dos razones. Primero, porque en el proceso se emiten al aire bioxinas, benzofuranos y metales pesados. Segundo, porque del 20 al 25% de los desperdicios se convierten en cenizas tóxicas que necesitarán de un vertedero", plantea Neftalí García.

Es en medio de esta debacle que han hecho su aparición en Puerto Rico varias firmas interesadas en traer aquí nuevas tecnologías de combustión de desperdicios sólidos.

García advierte que no todos los procesos que envuelven la quema de desperdicios son incineración. La incineración, o combustión completa, es la simple quema de basura. Pero existen procesos de combustión parcial, como pirólisis, gasificación y electroplasmía. García enfatiza que estas opciones de combustión parcial son muy distintas a la incineración en cuanto a su impacto ambiental y que por lo tanto deben ser analizadas caso por caso.

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