CRISTIANISMO
Extraterrestres y creencias religiosas / p.151/ Salvador Freixedo
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Hemos sido criados en el seno del cristianismo y a èl le debemos ciertos valores fundamentales de nuestra conciencia, lo mismo que le debemos, en el orden social, un marco y unas normas de convivencia que, aun con graves defectos, nos han permitido desarrollarnos en un nivel de dignidad humana. Aunque a algunos pueda parecerles chocante, el convencimiento por parte nuestra de la realidad extraterrestre acentuó en nosotros ta crítica del sistema social-religioso en que nos habíamos movido hasta entonces. Para nosotros fue casi simultáneo este convencimiento con la celebración del Concilio Vaticano II, que nos puso a pensar con libertad de conciencia y que, lógicamente, nos hizo incurrir, al igual que a muchos otros dentro de la Iglesia, en la -herejía del revisionismo-. (Es lógico que el revisionismo sea una herejía en donde no hay libertad de pensamiento, pero llamarle herejía al sano revisionismo, cuando al mismo tiempo se admite y se invoca la libertad de conciencia, es una muestra de que la tal libertad de conciencia es sólo de palabra.] Cuando dedujimos que otros seres mucho más avanzados que nosotros, pero, al igual que nosotros, distantes infinitamente de Dios, tenian que darle solución a los muchos enigmas que la vida y el cosmos les planteaban, sospechamos que sus soluciones no eran tan absolutas como las nuestras y poco a poco tuvimos la certeza de que ni siquiera eran las mismas, aun para cosas fundamentales. El cristianismo ha sacralizado demasiadas cosas. Cuando al paso de los siglos, y con el desarrollo de las ciencias, estas cosas se han ido desacralizando, automáticamente se han vuelto contra aquellos que las habían distorsionado, y de víctimas se han convertido en acusadoras. Ejemplo palpable es la explícación del origen del gènero humano. Quien puede hoy sentirse obligado a creer �como no sea una de las muchas mentes aprisionadas por el autoritarismo y el consecuente terror sagrado� que todas las razas humanas proceden de una sola pareja? Menos mal que al Magisterio Eclesiastico no se le ocurrió hace siglos dictaminar sobre el origen en concreto de la vida en nuestro planeta, y sobre el de cada una de las especies de animales. Pero el mero hecho de haber sostenido por tantos siglos esta falsa creencia como algo importante nos hace sospechar de muchas otras creencias. El mero hecho de haber impuesto esta creencia (lo mismo que muchas otras, tanto en el campo católico como en el protestante) nos hace revisar a fondo todo el archivo dogmático para ver hasta què punto lo ha desfigurado el polvo de los siglos o lo ha tergiversado la ignorancia o el exceso de celo de los archiveros. En esta labor se encuentran desde hace ya algún tiempo muchos buenos cristianos, incluidos entre ellos teólogos de primera fila. Los hallazgos varían mucho según la capacidad del que busca y según su mayor o menor libertad de espíritu. Pero por lo que va saliendo a la luz, es como para pararse a reflexionar seriamente sobre el fenomeno histórico llamado cristianismo. Muchas son las preguntas que vienen a nuestra mente y que dejaremos flotando en el aire para que los «tècnicos» de la religión �que no necesariamente son hombres religiosos en el autèntico sentido de la palabra - las contesten, si es que se dignan a ello: Que queda de la famosa «inerrancia» de la Escritura? Es la inerrancia que se defiende hoy la misma que se defendía hace solo dos siglos? No hubiesen entonces ido a la hoguera, o por lo menos a las mazmorras del «brazo secular», muchos de los escrituristas de hoy? En virtud de que mandamiento de Cristo juzgaban y condenaban los Sacros Tribunales de la Inquisición? No fue la Inquisición misma un fenomenal error pragmático e implícitamente dogmático no solo de Gregorio IX que la instituyó (1231) y de Inocencio IV que sancionó el uso de torturas (1252), sino de todo el cuerpo de la Iglesia que se mancilló con tan inicuo uso? No fueron las Cruzadas otro fenomenal error perpetrado no solo contra el espíritu de Cristo, sino contra la letra misma del Evangelio? Y no podemos ver, en las Cruzadas ese error tan humano, del que hablábamos en párrafos anteriores, que consiste en achacarle a Dios nuestros defectos, en este caso nuestra belicosidad, a la que descaradamente canonizamos al llamarle «santa» a la guerra? No se les ha llamado -santas- en la Iglesia a cosas que únicamente eran fruto de los delirios o de la vanidad de hombres enfatuados por el poder humano? No se puede decir otro tanto de tantas -conquistas- y -colonizaciones- hechas por las naciones -cristianas- en las que los misioneros pretendían santificar con la cruz los genocidios que sus compatriotas cometían con la espada? En nombre del Altísimo se conquistaron naciones y continentes «para enseñarles a adorar a verdadero Dios»; pero para ello se les privaba de la libertad que El les había dado. En virtud de què mandato de Cristo los jerarcas de la Iglesia defendieron tan tenaz y belico samente por siglos sus "Estados Pontlficios»? Siguen pensando todavía que aquèllos existían por la "voluntad de Dios»? (Al cumplirse el 20 de septiembre de 1970 el centenario de su terminación, la Santa Sede envio un Cardenal a decir una Misa a la famosa Porta Pía «para participar en tan fausta celebración» (!!). ¡Què triste que, una vez más, la Santa Misa se usase como instrumento político para salir del paso!) Por que la Iglesia cristiana se occidentalizó tan exclusivamente que llegó a considerar en la mayoría de las misiones como incompatible con un cristianismo autèntico la vivencia a fondo de sus respectivas culturas? No nos esta diciendo esto que el cristianismo se había desvirtuado ya hasta el punto de haber dejado de ser una religión universal para confundirse con la cultura específica de los pueblos de raza blanca? Y la actual resistencia masiva de las razas no blancas (2.000 millones de hombres) a la cristianización, no nos está diciendo que ni la voluntad ni la ayuda de Dios para que se «conviertan» estan muy manifiestas en este punto? Que queda hoy de las bizantinas discusiones de los siglos XVI y XVII, a las que tanta importancia se les atribuía, sobre la predestinación? No podemos considerarlas hoy como un infantil rompecabezas teológico, organizado a manera de pasatiempo entre los profesionales de la religión, con el agravante de haber jugado con 'la majestad de Dios al hacerlo partidario por turno de los alambicamientos de los contrincantes? -Y què queda hoy, ante nuestra filosofía existencial y ante las vivencias concretas de nuestro tiempo, de las muchas definiciones de los primeros Concilios, de sabor aristotèlico y oriental, con las que los sucesores de los Apóstoles quisieron aprisionar para el futuro el incoercible espiritu de Cristo? Vagarán, en realidad, por algun infierno eterno, inventado por los ascetas rigoristas, los cristianos de conciencia libre que no quisieron aceptar el aprisionamiento del espíritu? Y si no hubo para ellos tal infierno, para que sirvieron y que fuerza tenian los anatemas que contra ellos se lanzaron? -El magisterio de la Iglesia, que afirma con autoridad divina tantas cosas, ¿por que sigue sin damos una explicación satisfactoria ante el eterno problema del mal? Seguiremos hacièndonos preguntas radicales acerca de nuestras creencias, aun bajo la sospecha de que unicamente encontraran la sonrisa venèvola, si no despectiva, de los «tècnicos» que tienen la pretensión de poseer los secretos de" Dios. Sonríanse o no, ahí tienen delante de ellos el sinnúmero de interrogantes que los hombres de hoy se hacen a si mismos, porque no tienen esperanza de que los que dicen que saben se los contesten. Los teólogos de la Institución que se llama Iglesia y los jerarcas de ella cometen el grave error de vivir en un mundo «eclesiástico» que ellos se han creado, diferente, y muchas veces aparte, del mundo en que viven y sufren los hombres comunes y por eso no vibran con los mismos problemas y siguen con frecuencia discutiendo temas y hablando en terminos ya incomprensibles para el multitudinario hombre de la calle. Pero tarde o temprano tendran que enfrentarse con problemas tan patentes como el fracaso cada vez mayor del matrimonio en las sociedades llamadas cristianas. Se preguntaran los moralistas de oficio si esto no tendrá algo que ver con las archipuritanas, cuando no ridículas, normas del noviazgo que por siglos han estado imponiendo a la juventud los predicadores moralizantes y los piadosos padres espirituales? Y se preguntaran los moralistas de oficio si las enormes brechas que hace tiempo estan apareciendo en la institución matrimonial tendrán algo que ver con la maniquea concepción del sexo que ha prevalecido en la Iglesia cristiana por siglos y que sigue todavía prevaleciendo en buena parte de los que se dicen tener la responsabilidad de guiar las conciencias de los fieles? Seguiran los canonistas empeñados en aprisionar el espíritu en sus cánones, confundiendo la practica literal de acápites legales con las mil maneras libres de vivir el amor y la justicia, que son la esencia del espíritu religioso? Seguiran querièndonos atar el alma con la cadena del pecado por no cumplir «tiquismiquis» legales que ellos mismos han inventado? Seguirán las autoridades eclesiasticas «colando mosquitos" �por usar la misma frase de Cristo contra otros que hacían lo mismo que ellos�, mientras siguen tan institucionalmente ciegos ante la enorme injusticia de la mayoría de los sistemas económicos, sociales y políticos que tienen al mundo al borde del caos? Y como nos traducirán los teólogos esos patentes «signos de los tiempos» que son el abandono masivo, por parte de los pueblos cristianos, de las «practicas religiosas» y el desinteres cada día mayor de la juventud hacia las viejas tradiciones y creencias? Todas estas preguntas y muchas otras nos martillean cada día la conciencia a los hombres que no queremos seguir «comulgando con ruedas de molino" y que no estamos ya dispuestos a permitir que sean otros los que piensan por nosotros en cosas tan fundamentales para nuestro espíritu. Sin embargo, cuídese el lector de pensar que todo lo que arriba acabamos de decir es un balance total y definitivo del cristianismo. Nuestra mente está muy lejos de cometer tal injusticia. Si es cierto que lo arriba expuesto es muy negativo y lanza una gran sombra sobre el cristianismo, tambièn es cierto que despuès de casi dos mil años de historia el cristianismo puede presentar un brillante balance positívo que en muchos aspectos ha sido decisivo en la fase de rápida evolución en que actualmente se halla la humanidad. A nuestro entender, el mayor logro del cristianismo no consiste en haber sido el forjador de estilos en el pensar, o en el convivir, o en el enfrentarse a la vida, y mucho menos consiste en haber construido toda una filosofía decisiva en el pensamiento de occidente. El logro grande del cristianismo consiste en haber convertido a muchos hombres y mujeres en autènticos superhombres que, con su ejemplo, arrastraron a otros muchos a la dificil tarea de la educación y espiritualización de esta lastrada humanidad. Una organización que es capaz de forjar el alma de gigantes de la talla de un San Benito, educador de Europa; de un León Magno, de un Francisco de Asis, de un Ignacio de Loyola, de un Vicente de Paul o de un Juan Bosco, tiene que tener mucho de bueno. Y, sobre todo, el logro grande del cristianismo consiste en haber moldeado desde la infancia el corazón de millones de hombres y mujeres anónimos y haber hecho de ellos autènticos hombres y mujeres de buena voluntad que tradujeron en sus vidas las palabras del Evangelio. Pero toda esta capacidad del cristianismo corre hoy el grave riesgo de perder su fuerza para con las nuevas generaciones que ahora crecen v con las del future. Vemos a una Iglesia, y en particular a una gran parte de la jerarquía, estática que no ha captado la importancia del momento que vive la humanidad. La vemos mirando mas hacia atrás, preocupada por su historia, que hacia adelante, como si el mundo tuviese necesariamente que regirse siempre por las mismas normas. Se invoca una moral y un dogma inmutables y no se quiere ver que los valores, la sensibilidad y hasta el psiquismo del hombre moderno estan cambiando a gran velocidad y seguirán cambiando todavía durante años. Muchas de las normas y de los esquemas mentales que se nos quieren inculcar ya no significan nada para nosotros y por eso lógicamente son rechazados o sencillamente ignorados, sin que pensemos que por ello hacemos ofensa ninguna a Dios. Hay que estar totalmente ciego para no ver como las Iglesias cristianas pierden rapidamente terreno entre el pueblo que ahora alcanza la madurez y no logran hacer penetrar su mensaje en las generaciones que se levantan. Tenemos que confesar que en parte nos alegramos de este fenómeno. El hombre diferente que el mundo del futuro necesita encontraría serias trabas para formarse si tuviese que hacerlo con las cerradas nomas socio-religiosas tradicionales. El moralismo, el dogmatismo, el legalismo y toda suerte de tradiciones, con su hipertrofia de siglos, han acabado por convertirse en una verdadera camisa de fuerza para el espíritu. Pero, por otra parte, al perder la religión cristiana influjo en el alma de los hombres de occidente, se corre el grave peligro de que estos pierdan al mismo tiempo los valores reales y profundos que aquella encierra. Aunque desgraciadamente las palabras «cristiano práctico» son únicamente sinónimo de hombres que cumplen con ciertos ritos particulares y que creen determinadas creencias; sin embargo, a lo largo de siglos, para millares y millares de hombres la palabra «cristiano» ha sido sinonimo de hombre honrado, justo, ayudador y profundamente libre en el fondo de su conciencia al sentirse hijo de Dios. Esos son los valores, fundamentales para una civilización del futuro, que corren el peligro de debilitarse al alejarse el hombre de hoy de la religión y perder su fe en ella por seguir èsta presentándosele bajo formas que ya no le dicen nada. Un claro ejemplo de esto, que tienen seriamente planteado algunos de los gobiernos de los países más avanzados del mundo, lo constituye el uso masivo de las drogas alucinantes, sobre todo por parte de la juventud. Un joven profunda y rectamente religioso está más inmune a este peligro que todos aquellos que han crecido con el alma vacía de valores sólidos en los que apoyarse en las horas de crisis. (Las estadísticas que se pueden presentar indicando que un porcentaje grande de jóvenes educados en colegios religiosos son tambièn prisioneros de este hábito no harán más que confirmar lo que estamos diciendo: la religión que aprendieron como una asignatura más, pero que no vivieron porque ya no tenia sentido para ellos, no tuvo fuerza ninguna al llegar la hora de la tentación. Ellos cumplían, mas o menos libremente, los ritos tradicionales, pero el autentico cristianismo no habia penetrado realmente en sus almas. Hace años que el empeño y la especialización de los colegios «religiosos» consiste principalmente en dar títulos de bachillerato acreditados.) Aunque se puede decir que cada año y cada siglo de la historia de la humanidad son, en cierta manera, críticos, ya que de ellos dependen en buena parte los años y los siglos por venir, sin embargo, creo que tambièn se puede decir con toda justicia que esta epoca que la humanidad esta viviendo es especialmente crítica, porque es el fin de una larga era y el comienzo de otra completamente diferente, que ya estamos comenzando a vivir. Los países que pasan por más avanzados del mundo han cambiado más en los últimos cincuenta años de lo que lo habían hecho en dos milenios de historia. Y por lo que podemos apreciar, la velocidad de cambio es cada día mayor, arrastrando consigo a países que hasta ahora habían estado dormidos. Por otra parte, se ven signos numerosos en el campo de la política internacional de incapacidad en los grandes líderes para poner orden en el caos que ellos mismos han formado. Se tarda meses en llegar a un acuerdo sobre la forma de la mesa en la que se discutirá cínicamente por años una paz no deseada. Y mientras los diplomáticos mienten y pierden su tiempo por horas y horas en su famosa mesa, los jovenes han estado dejando su sangre inútilmente en los campos de Vietnam a razón de doscientas vidas diarias, y el dinero de los pueblos en conflicto se ha malgastado a razon de unos 75 millones de dolares diarios. Y lo trágico es que esta broma macabra dura ya más de una dècada. En la frontera arabe-israeli se juega cada día irresponsablemente a la guerra mundial. El mundo contempla, entre curioso e indiferente, cómo por largos meses en Biafra una raza entera muere de hambre, mientras los «grandes» juegan sus bazas políticas en las que Biafra es una carta más, o se enriquecen vendiendole armas a los dos contrincantes. El Gobierno frances sigue derrochando millones en pruebas atómicas en el Pacífico porque quiere tener tambien, como sus «hermanos mayores», la capacidad de amedrentar a los demas. En Brasil unos gobernantes con mente medieval recurren de nuevo a las torturas para «enderezar» el pensamiento de los millares de prisioneros políticos. Rusia hace un pacto de algo con Alemania Occidental e instintivamente nos viene a la memoria el pacto de Stalin con Hitler, con el que mutuamente quisieron engañarse en visperas de declararse la guerra. Los blancos racistas de Rodesia y Sudafrica siguen cavando sus propias fosas con sus abuses para el día de la gran masacre... Ante tantos hechos deprimentes de nuestra historia actual nos preguntamos: ¿Dónde está el espíritu cristiano? ¿Son realmente cristianos los bautizados responsables de buena parte de estos hechos? Tiene ya, en realidad, el cristianismo alguna influencia en la marcha de la historia contemporanea? Y la falta de este espíritu de fraternidad en las relaciones de los dirigentes de los pueblos entre sí y frecuentemente con sus subditos (espíritu de fraternidad, que es una de las características esenciales del cristianismo), ¿no está llevando a la humanidad a una especie de suicidio colectivo? Consideraciones de este tipo, aunque pueda parecer extraño, han ido cobrando cada vez más fuerza en nuestra mente, a medida que ibamos conociendo mas a fondo del fenómeno «0vni». El hecho de que desde millones de kilómetros hubiesen llegado hasta nosotros seres mucho mas adelantados, sin querer imponernos o exigirnos nada, como aparentemente podrían hacerlo con facilidad, nos hizo caer en la cuenta de que social y religiosamente hablando somos un planeta primitivo y bárbaro. Aparte de esto, es un hecho significativo que la presencia de estos objetos volantes se haya intensificado notablemente desde que los hombres somos capaces de fabricar la bomba atómica. Si bien es cierto, como hemos visto, que son numerosísimos los testimonios de la antigüedad acerca de ellos, su presencia se ha convertido en un hecho consuetudinario a partir del día 24 de junio de 1947, en que Kenneth Arnold vio la formación de nueve discos sobre el monte Rainier. Para nosotros tiene una gran signficación la preocupación que nuestros visitantes espaciales muestran acerca de nuestros conocimientos atómicos. En Alamo Gordo (Nuevo Mexico. U. S. A.) cayó un disco volador. Es de notar que en aquel entonces se hacían en Alamo Gordo intensas experiencias atómicas y por eso los destacamentos de guardia especial que rodeaban toda aquella zona se pusieron inmediatamente en acción. Los tècnicos militares que se acercaron con aparatos contadores pudieron ver un objeto ovalado de una sola pieza, sin costura metálica y a traves de un desgarrón producido en la estructura -la cual fueron incapaces de perforar sus taladros- distingieron una serie de cadaveres, con vestimenta metálica,desechos por el cambio de presión. En el interior había paneles con cuadrantes, y marcadores, simbolos ignotos e ideogramas, motor ionico y una especie de reloj. La nave tenía un diámetro de 30 metros, cabina de 4,40 metros y torre de 1,80 metros. Uno de los cadaveres fue llevado al laboratorio de Washington y apenas se pudo comprovar que era antropomorfo. La solidez de la nave resistía temperaturas de 10,000 grados. Todos estos detalles fueron proporcionados en la Universidad de Denver (Colorado, U.S.A.) por el físico doctor Sylas Newton, que desafió al gobierno y a las autoridades de las Fuerzas Aèreas a que lo desmintiesen, cosa que nunca hicieron a pesar de la publicidad que obtuvieron las sensacionales declaraciones del doctor Newton (20) El hecho de haberse producido precisamente sobre Alamo Gordo una de las pocas caidas de la que tenemos certeza (las cuales constituyen una prueva irrefutable contra aquellos que todavía dudan) nos hace pensar que nuestros visitantes se arriesgron hasta el límite por su gran interès en conocer nuestros adelantos atómicos. Vemos en este hecho un punto sutil de contacto entre lo religioso -lo antirreligioso en este caso- y lo extraterrestre: porque una bomba atómica es la quintaescencia de la falta de espíritu cristiano [la falta de fraternidad]; y sobre el punto donde se materializa este gran pecado vemos sacrificarse a nuestros hermanos extraterrestres al esforzarse hasta el límite por conocer nuestra capacidad fraticida. |