A LA DEFENSA DEL VALLE DE LAJAS

Carmelo Ruiz Marrero / 26 de marzo de 1999

 

"Sembraban los cerros por encima. Todo (el valle de) Lajas era arroz, maíz, habichuelas, calabazas. ¡Hasta Yauco! Crecía tanto y tanto que no salía ni pasto. No había que desyerbarlo. Se estaba el año entero cortando el arroz. Sacaba carros de arroz de cualquier cantito. Había talas de arroz que se dejaban perder porque los dueños se cansaban de coger arroz."

- Pellín Santiago Suárez, agricultor entrevistado por María Benedetti en su libro "Sembrando y Sanando en Puerto Rico".

Residentes y agricultores del Valle de Lajas están exclamando "¡Basta ya!" ante la invasión de intereses desarrollistas que pretenden arropar el valle con cemento. La gota que ha colmado la paciencia de estos ciudadanos, organizados bajo el Frente Unido Pro Defensa del Valle de Lajas, es la propuesta de la corporación Altavista de construir 424 casas en una finca de 57.3 cuerdas que queda cerca de la comunidad El Corillo y la carretera 116, justo en medio del valle.

El Valle de Lajas, el cual se extiende unas veinte millas en el suroeste de la isla, es considerado el granero de Puerto Rico, debido a la fertilidad de sus tierras y su vasta capacidad agrícola. Actualmente se siembran en él heno, arroz, pimiento, calabaza, cachucha, melón, berenjena, pepinillo, plátano, gandules y guayaba, y además se practica la ganadería y la acuacultura.

Hace apenas unos años, el Frente y diversos sectores de la sociedad civil y el independentismo frustraron los intentos de la Marina de Guerra de Estados Unidos de poner un radar en el Valle. Ahora el desparramo urbano resulta ser un enemigo no menos formidable.

Los agricultores y sectores ambientalistas temen que la expansión descontrolada de suburbios y megacentros comerciales en el Valle de nal traste con la agricultura y haga de ésta cosa del pasado. Según el  Departamento de Agricultura de Puerto Rico, en los últimos 25 años la nación ha perdido 31.34% de sus tierras agrícolas.

El Frente cuenta en esta lucha con el apoyo de la asamblea municipal de Lajas, la cual en enero aprobó por unanimidad una resolución de oposición al "uso de terrenos agrícolas del Valle de Lajas para otros fines que no sean agrícolas". También cuenta con el apoyo del representante Granados Navedo, vicepresidente de la Cámara de Representantes; el senador Carlos Pagán, presidente de la Comisión de Recursos Naturales del Senado; y del secretario de transportación,Carlos Pesquera.

A pesar de esto, la Junta de Planificación (JP) le otorgó a Altavista los permisos para proceder con la construcción. El Frente señala que este acto contradice directamente la política pública de la JP, la cual hace énfasis en la preservación para fines agrícolas de los terrenos más productivos.

El Tribunal de Primera Instancia de Mayagüez ordenó que la JP detuviera la otorgación de permisos para el proyecto, pero el Tribunal de Apelaciones falló en favor del desarrollador.

"No entendemos qué pasó", dijo a CLARIDAD Marcos "Turín" Irizarry, alcalde de Lajas, acerca de la decisión del Tribunal Apelativo. "No se debe permitir que se sigan entregando tierras agrícolas para otros usos. Además, donde quieren construir ese proyecto es una zona inundable."

La finca donde quiere construir Altavista colinda con una quebrada que, según residentes del área, se sale de su cauce cuando hay lluvias fuertes. Los residentes locales temen que esta urbanización interfiera  con el flujo de agua de manera catastrófica.

"Si se construye esa urbanización, aquí se va a ahogar gente", advirtió el agricultor Raúl Diodonet, quien vive en el área. "Cuando yo riego agua aquí, después no puedo ni pasar. Cuando la tormenta Eloísa, las aguas subieron tanto que mi esposa y yo casi nos matamos."

"La urbanización va a ser como un dique, y en algún momento causará un desastre", pronosticó Luis Fernando Ortiz, miembro del Frente. "Como a cada cinco años se dan aguaceros que inundan y bloquean la carretera  116."

Los oponentes del proyecto plantean que no se sabe cómo se van a manejar las aguas negras de éste. "Esas residencias no se podrán conectar al sistema de alcantarillado del municipio porque ya está sobrecargado", sostuvo José R. "Ramito" Rivera, ex-alcalde de Lajas.

El impacto de las nuevas urbanizaciones sobre la agricultura no se limita al lugar donde éstas se construyen. Los nuevos vecinos se quejan de los ruidos de las fincas cercanas, los olores del ganado y las porquerizas, y de la asperjación de químicos por avión. "Porquerizas que llevan 50 años operando acaban teniendo que cerrar porque al lado les ponen una urbanización. Y los residentes de esas nuevas urbanizaciones acuden a la corte para que cierren las porquerizas", señaló Ortiz.

Belford Ramírez, agricultor y ganadero del área, planteó que es problemático el que se construya una urbanización justo al lado de un cultivo que es asperjado con plaguicidas por avión, ya que el viento se puede llevar los químicos a las residencias.

"El momento de actuar es ahora", exhortó el Frente en un comunicado. "En la medida en que podamos colaborar para defender las tierras agrícolas del país, estamos en la disposición de hacerlo."

Para más información: http://premium.caribe.net/~frente1/index.htm

El sistema de riego del Valle de Lajas

El sistema de riego del Valle de Lajas, cuya construcción comenzó en 1948 y terminó en 1961, es uno de los logros de ingeniería más notables en la historia reciente de Puerto Rico. El agua se acumula en embalses, que incluyen el Yahuecas (Adjuntas), Guayo (entre Adjuntas y Lares) Prieto (entre Lares y Maricao), Toro (Maricao) y Luchetti (Yauco), los cuales están unidos por 13 millas de túneles por donde el agua se mueve hacia el suroeste por la fuerza de gravedad. A su paso, las aguas pasan por las turbinas de dos centrales hidroeléctricas en Yauco que generan 35,000 kilovatios.

Una vez llega al Valle de Lajas, el agua entra a un canal de 21 millas de largo y de ahí pasa por 43 millas de canales de riego y laterales a 300 tomas individuales, cada una con su propia compuerta. De los predios y fincas irrigados por este sistema, 61% están en Lajas, mientras que el resto están distribuidos entre Sabana Grande, Cabo Rojo y Guánica. Para recoger el exceso de agua de lluvia y las aguas sobrantes del riego, hay un sistema de desagüe con 64 millas de canales que las llevan a las bahías de Guánica y Boquerón.

 

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