"Sembraban los cerros por encima. Todo (el valle de) Lajas era arroz, maíz, habichuelas,
calabazas. ¡Hasta Yauco! Crecía tanto y tanto que no salía ni pasto. No había que
desyerbarlo. Se estaba el año entero cortando el arroz. Sacaba carros de arroz de cualquier
cantito. Había talas de arroz que se dejaban perder porque los dueños se cansaban de coger
arroz."
- Pellín Santiago Suárez, agricultor entrevistado por María Benedetti en su libro "Sembrando y
Sanando en Puerto Rico".
Residentes y agricultores del Valle de Lajas están exclamando "¡Basta ya!" ante la invasión
de intereses desarrollistas que pretenden arropar el valle con cemento. La gota que ha
colmado la paciencia de estos ciudadanos, organizados bajo el Frente Unido Pro Defensa
del Valle de Lajas, es la propuesta de la corporación Altavista de construir 424 casas en una
finca de 57.3 cuerdas que queda cerca de la comunidad El Corillo y la carretera 116, justo en
medio del valle.
El Valle de Lajas, el cual se extiende unas veinte millas en el suroeste de la isla, es
considerado el granero de Puerto Rico, debido a la fertilidad de sus tierras y su vasta
capacidad agrícola. Actualmente se siembran en él heno, arroz, pimiento, calabaza,
cachucha, melón, berenjena, pepinillo, plátano, gandules y guayaba, y además se practica la
ganadería y la acuacultura.
Hace apenas unos años, el Frente y diversos sectores de la sociedad civil y el
independentismo frustraron los intentos de la Marina de Guerra de Estados Unidos de poner
un radar en el Valle. Ahora el desparramo urbano resulta ser un enemigo no menos
formidable.
Los agricultores y sectores ambientalistas temen que la expansión descontrolada de
suburbios y megacentros comerciales en el Valle de nal traste con la agricultura y haga de
ésta cosa del pasado. Según el Departamento de Agricultura de Puerto Rico, en los últimos 25 años la
nación ha perdido 31.34% de sus tierras agrícolas.
El Frente cuenta en esta lucha con el apoyo de la asamblea municipal de Lajas, la cual en
enero aprobó por unanimidad una resolución de oposición al "uso de terrenos agrícolas del
Valle de Lajas para otros fines que no sean agrícolas". También cuenta con el apoyo del
representante Granados Navedo, vicepresidente de la Cámara de Representantes; el
senador Carlos Pagán, presidente de la Comisión de Recursos Naturales del Senado; y del
secretario de transportación,Carlos Pesquera.
A pesar de esto, la Junta de Planificación (JP) le otorgó a Altavista los permisos para
proceder con la construcción. El Frente señala que este acto contradice directamente la
política pública de la JP, la cual hace énfasis en la preservación para fines agrícolas de los
terrenos más productivos.
El Tribunal de Primera Instancia de Mayagüez ordenó que la JP detuviera la otorgación de
permisos para el proyecto, pero el Tribunal de Apelaciones falló en favor del desarrollador.
"No entendemos qué pasó", dijo a CLARIDAD Marcos "Turín" Irizarry, alcalde de Lajas,
acerca de la decisión del Tribunal Apelativo. "No se debe permitir que se sigan entregando
tierras agrícolas para otros usos. Además, donde quieren construir ese proyecto es una zona
inundable."
La finca donde quiere construir Altavista colinda con una quebrada que, según residentes del
área, se sale de su cauce cuando hay lluvias fuertes. Los residentes locales temen que esta urbanización
interfiera con el flujo de agua de manera catastrófica.
"Si se construye esa urbanización, aquí se va a ahogar gente", advirtió el agricultor Raúl
Diodonet, quien vive en el área. "Cuando yo riego agua aquí, después no puedo ni pasar.
Cuando la tormenta Eloísa, las aguas subieron tanto que mi esposa y yo casi nos matamos."
"La urbanización va a ser como un dique, y en algún momento causará un desastre",
pronosticó Luis Fernando Ortiz, miembro del Frente. "Como a cada cinco años se dan
aguaceros que inundan y bloquean la carretera 116."
Los oponentes del proyecto plantean que no se sabe cómo se van a manejar las aguas
negras de éste. "Esas residencias no se podrán conectar al sistema de alcantarillado del
municipio porque ya está sobrecargado", sostuvo José R. "Ramito" Rivera, ex-alcalde de
Lajas.
El impacto de las nuevas urbanizaciones sobre la agricultura no se limita al lugar donde éstas
se construyen. Los nuevos vecinos se quejan de los ruidos de las fincas cercanas, los olores
del ganado y las porquerizas, y de la asperjación de químicos por avión. "Porquerizas que
llevan 50 años operando acaban teniendo que cerrar porque al lado les ponen una
urbanización. Y los residentes de esas nuevas urbanizaciones acuden a la corte para que
cierren las porquerizas", señaló Ortiz.
Belford Ramírez, agricultor y ganadero del área, planteó que es problemático el que se
construya una urbanización justo al lado de un cultivo que es asperjado con plaguicidas por
avión, ya que el viento se puede llevar los químicos a las residencias.
"El momento de actuar es ahora", exhortó el Frente en un comunicado. "En la medida en que
podamos colaborar para defender las tierras agrícolas del país, estamos en la disposición de
hacerlo."
Para más información: http://premium.caribe.net/~frente1/index.htm
El sistema de riego del Valle de Lajas
El sistema de riego del Valle de Lajas, cuya construcción comenzó en 1948 y terminó en
1961, es uno de los logros de ingeniería más notables en la historia reciente de Puerto Rico.
El agua se acumula en embalses, que incluyen el Yahuecas (Adjuntas), Guayo (entre Adjuntas
y Lares) Prieto (entre Lares y Maricao), Toro (Maricao) y Luchetti (Yauco), los cuales están
unidos por 13 millas de túneles por donde el agua se mueve hacia el suroeste por la fuerza
de gravedad. A su paso, las aguas pasan por las turbinas de dos centrales hidroeléctricas en
Yauco que generan 35,000 kilovatios.
Una vez llega al Valle de Lajas, el agua entra a un canal de 21 millas de largo y de ahí pasa
por 43 millas de canales de riego y laterales a 300 tomas individuales, cada una con su
propia compuerta. De los predios y fincas irrigados por este sistema, 61% están en Lajas,
mientras que el resto están distribuidos entre Sabana Grande, Cabo Rojo y Guánica. Para
recoger el exceso de agua de lluvia y las aguas sobrantes del riego, hay un sistema de
desagüe con 64 millas de canales que las llevan a las bahías de Guánica y Boquerón. |