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PIÑONES EN LA MIRILLA DE LOS DESARROLLADORES Por Carmelo Ruiz Marrero / 19 de diciembre de 1998 Cuando se menciona el nombre de Piñones, uno piensa en bosques de mangle, en siete millas de prístina playa y en kioscos (algunos pintorescos y otros feos) que venden sabrosas frituras. Pero Piñones es también escenario de cruentos conflictos sociales y ecológicos. Parece como ayer cuando en los 70 los intereses desarrollistas intentaron de convertir esa zona en una extensión del área metropolitana, con hoteles y condominios. Piñones tiene el bosque de mangle más grande de Puerto Rico, el cual posee 22% de todo el manglar de la isla. ¿Y para qué sirve tanto mangle? El bosque de mangle, como otros humedales, controla las inundaciones, reduce la erosión, es imprescindible para la pesca por ser zona de anidaje de peces, es un filtro para la contaminación atmosférica, reduce las candentes temperaturas urbanas y sirve de refugio para un sinnúmero de especies. En Piñones habitan el carey y el tinglar, y pájaros como la mariquita, la chiriría antillana, el pato dominico, la palometa y la gaviota chica. Además, Piñones es parte integral de la comunidad loiceña y posee un rico legado musical, gastronómico e histórico. La diversidad ecológica va de mano con la diversidad cultural. El embate del crecimiento urbano descontrolado contra el bosque de Piñones, el cual antes cubría desde el río Loíza hasta Cangrejos, data de hace décadas. En los 50 se extrayeron miles de toneladas de arena de las dunas costeras para rellenar el espacio entre las lagunas San José y Torrecillas y poner ahí el aeropuerto de Isla Verde. Luego se extrayeron más cantidades para hacer cemento para el "boom" urbano de Puerto Rico. Con la remoción de gran parte de la barrera protectora de arena, las olas comenzaron a disolver la playa. Se calcula que todos los años el mar entra en Piñones a razón de 0.5 a 2.3 metros al año. En 1987 los senadores Rubén Berríos, Velda González y Melo Muñoz impulsaron el proyecto de ley 320 para hacer en Piñones un parque de recreación pasiva con fines educativos, culturales y científicos. Fue mediante esa propuesta que se supo que la compañía PFZ Properties pretendía construir en el manglar un complejo hotelero residencial. El proyecto de la PFZ fue detenido, pero el proyecto 320 no fue aprobado por la cámara de representantes a pesar de haber sido aprobado por el senado. Ese conflicto puso de manifiesto que ante los serios problemas ecológicos, sociales y económicos de la comunidad, ni el gobierno ni la empresa privada habían desarrollado propuesta alguna para ayudar a Piñones y el resto de Loíza a alcanzar un progreso sustentable. Esta situación motivó un grupo de loiceños de distintas ideologías políticas, entre ellos maestros, pequeños empresarios, obreros, arquitectos e ingenieros, a formar el Frente Loiceños Unidos en 1987. Actualmente el Frente está enfrascado en una lucha por detener cuatro proyectos turísticos que consideran destructivos para Piñones: Costa Serena, Turístico Caribe, Comunidad Santiago y Playa Bonita. El primero, de la compañía PFZ, sería en la playa Tres Palmitas, y los otros tres serían al este de punta Vacía Talega. Los activistas loiceños entienden que estos proyectos harían gran daño al bosque y que no cumplen con los requerimientos de las leyes ambientales. En cuanto al impacto socioeconómico, el Frente sostiene que no aportarán a la economía loiceña y que, por el contrario, desplazarán a los loiceños para hacerle paso a "reservaciones para blancos" con control de acceso y alta seguridad. Los tres proyectos al este de Vacía Talega colindan con una planta de tratamiento de aguas negras sobrecargada que está en tan pésimas condiciones y causa tantos problemas de pestilencia y salud pública que la Agencia Federal de Protección Ambiental la puso bajo arresto. Esto quiere decir que no se le permite recibir más aguas negras de ningún otro lugar. "Fue una verdadera lucha hacer que la AAA le dejara a la comunidad entrar a la planta y tomar muestras, como requiere la ley", dice Sarah Peisch, consultora ambiental del Frente. La comunidad loiceña batalla con la AAA desde hace varios años para que rinda cuentas y resuelva los problemas causados por la planta. Esta planta de tratamiento recibe aguas negras de Río Grande, Canóvanas, Carolina, Trujillo Alto y parte de Río Piedras. Irónicamente, casi no recibe de Loíza, ya que 75% de las residencias loiceñas no tienen servicio de alcantarillado. Los loiceños sufren por la contaminación causada por un servicio que no reciben. Los activistas loiceños encuentran inverosímil que alguien quiera hacer desarrollos turísticos al lado de la planta de tratamiento y sospechan que en realidad se trata de frontes para la extracción de arena. "No creo que vayan a construir nada. Todos los proyectos de extracción de arena que se han dado en Loíza fueron vendidos en sus comienzos como proyectos de vivienda", explica Lydia Milagros González, portavoz del Frente. Ya los loiceños conocen por experiencia propia los efectos nefastos de la extracción de arena. Al este del Río Grande de Loíza las masivas extracciones de arena recientes han dado lugar a intensas confrontaciones. ¿Qué propone el Frente? En 1992 el Frente presentó una propuesta para el desarrollo económico y social de Piñones y el resto de Loíza. En este ambicioso documento se proponen medidas para lidiar con el problema de la basura en las playas, y concentrar los kioscos de comidas, los cuales aportan considerablemente a la economía municipal, en localizaciones selectas para evitar la arrabalización y proveerles infraestructura apropiada. "Hay que preservar lo escénico y típico de Piñones. Aquí la gente no viene a comer hamburgers o pollo Kentucky", plantea Rafael Ortiz Escobar, miembro del Frente. Para estimular el turismo ecológico, proponen una ruta de trolleys para aliviar el tráfico de carros, organizar viajes por canoa por los canales del manglar, establecer lugares para acampar y rutas de bicicleta, y desarrollar de algún modo ecológicamente sano el potencial turístico del islote Juan Pérez, una pequeña isla paradisíaca en medio del bosque que está prácticamente abandonada. Pero esencial para este eco-desarrollo es que el municipio y el gobierno central saquen a Piñones del abondono en que lo tienen y atiendan sus necesidades básicas: electricidad, acueductos, alcantarillados, teléfono y recogido de basura. "Estamos organizados como un equipo de trabajo, no como un movimiento de masas. Funcionamos como un grupo de proposición y no de oposición", señala González. |