LA DERECHA BUSCA DESTRUIR EL SEGURO SOCIAL

 

Carmelo Ruiz Marrero / diciembre de 1998

La derecha norteamericana, siempre siguiendo al pie de la letra las instrucciones que le dan las grandes corporaciones, continúa con su campaña en pro de la privatización del Seguro Social (probablemente el único programa del gobierno federal que funciona como debería).

Ahora nos dicen que la privatización del Seguro Social beneficiará en grande a las minorías étnicas y raciales. Eso lo plantea en un informe reciente la Heritage Foundation, principal vehículo intelectual de la derecha en Estados Unidos.

La organización activista Center on Budget and Policy Priorities (CBPP) se tomó la iniciativa de analizar con detenimiento los planteamientos del informe y concluyó que estaba repleto de "errores técnicos" e "inexactitudes crasas".

Kilolo Kijakazi, catedrática del CBPP, publicó un informe el pasado mes de octubre sobre el efecto que tendría la privatización del Seguro Social sobre los negros, latinos y otras minorías. Kijakazi señala que, contrario a lo que dice Heritage, los afroamericanos reciben proporcionalmente más beneficios por incapacidad del Seguro Social que los blancos, y por lo tanto tienen más que perder que los blancos si se privatiza el sistema.

Si se privatiza el Seguro Social, "Los verdaderos ganadores serán las compañías financieras que harán enormes ganancias", dice Kijakazi.  

Robert Greenstein, director ejecutivo del CBPP, sostiene que las alegaciones de Heritage son ampliamente refutadas por datos disponibles de la Oficina del Actuario en Jefe del Seguro Social. Greenstein concluye que Heritage subestima crasamente los beneficios del Seguro Social a la población general y especialmente para los afroamericanos.

Comentando sobre las alegaciones de la Heritage en una rueda de prensa del Institute for Public Accuracy, Julian Bond, presidente de la National Association for the Advancement of Colored People (NAACP), enfatiza la importancia del Seguro Social y la seguridad económica que provee a los afroamericanos y señala que algunos de los grupos que empujan su privatización son los mismos que se oponen a las leyes de derechos civiles.

El modelo chileno

Los ideólogos neoliberales sostienen que la privatización de las pensiones del gobierno resultará en una bonanza económica para toda la ciudadanía. Ellos ponen como ejemplo el sistema de pensiones privatizado de Chile, el cual dicen que es todo un éxito.

"El experimento chileno provee buenas advertencias para informar el debate en Estados Unidos", dice Teresa Ghilarducci, profesora asociada de economía de la Universidad de Notre Dame que ha estudiado extensamente el sistema de pensiones chileno. "Solo la mitad de los trabajadores chilenos están cubiertos, y los patronos no pagan un centavo."

John B. Williamson, profesor de sociología de Boston College, ha estudiado también el muy celebrado sistema chileno. Las informaciones optimistas acerca de la privatización "han enfatizado lo positivo sin prestar atención adecuada a lo negativo. No se nos dice acerca de lo que pasa con las cuentas de retiro cuando hay una contracción repentina en los mercados de acciones, como los que han experimentado recientemente las naciones emergentes (los llamados "dragones" de Asia)."

Añade Williamson que "Chile tiene una de las distribuciones de ingreso más desiguales del mundo, y la privatización está aumentando, no disminuyendo, esa desigualdad".

Uno de los más ruidosos promotores de la privatización del Seguro Social es el Cato Institute, organización basada en Wáshington que dice promulgar una ideología "libertaria". Como parte de su ofensiva publicitaria-ideológica contra el Seguro Social, Cato trajo de Chile a José Piñera, quien fue ministro del trabajo y seguridad social durante la dictadura de Pinochet.

En sus ruedas de prensa, Cato presenta a Piñera como el arquitecto de la "exitosa" privatización de las pensiones en Chile, pero no menciona nada acerca de las atrocidades cometidas por la dictadura a la cual él sirvió.

¿Y qué es el Cato Institute?

Esta institución, que dice ser diferente de la derecha tradicional republicana, proclama a bombo y platillo su defensa de la libertad. Pero siendo de derecha, el concepto de "libertad" que tiene Cato es muy peculiar. Sus esfuerzos van dirigidos mayormente a adelantar lo que sus ideólogos residentes llaman "libertad económica", la cual consiste en la desregulación total de las industrias y la promoción a brazo torcido de todo lo que sea "libre mercado".

Cato tiene en su junta directiva a los empresarios Rupert Murdoch y John Malone, jefes de Murdoch News Corp. y TCI, respectivamente. TCI es el mayor operador de cable TV en Estados Unidos, mientras que Murdoch prácticamente controla los medios de comunicación en masa en Australia, y en Inglaterra es dueño de más de una tercera parte de los periódicos que circulan. Sus subsidiarias incluyen a la telecadena Fox. Para Cato, Murdoch y Malone son paladines de la libertad de expresión y de prensa.  

Murdoch dice con frecuencia, haciendo eco al futuroide Alvin Toffler, que las nuevas tecnologías de comunicación, por ejemplo televisión por satélite, son una amenaza para los regímenes totalitarios. Pero cuando el gobierno de China protestó a Murdoch porque una de sus compañías estaba transmitiendo programas de la BBC que criticaban la situación de derechos humanos allí, Murdoch enseño su verdadera cara. Los programas "ofensivos" fueron eliminados para complacer a Beijing. Para Murdoch y sus cortesanos del Cato Institute, la retórica de la democracia es muy bonita, pero no se puede permitir que interfiera con la libertad económica.

El tabaco es otra "causa justa" que defienden con ahínco los ideólogos de Cato. Sus "analistas políticos" se oponen a que se le requiera a las compañías tabaqueras que pagen los costos de Medicaid a las víctimas de enfermedades causadas por el cigarrillo. Y se oponen con más vehemencia aún a que las tabaqueras le tengan que pagar los gastos médicos a niños sin seguro médico, como se propuso recientemente.  

Incidentalmente, Cato recibe grandes donaciones financieras de las tabaqueras R. J. Reynolds y Philip Morris. De hecho, Murdoch está en la junta de Philip Morris y sus compañías televisivas, como Fox, se benefician en grande de los anuncios de cerveza Miller, subsidiaria precisamente de Philip Morris.  

Cato promueve la desregulación total de los mercados financieros a la misma vez que recibe dinero de firmas que se beneficiarían, como American Express, Chase Manhattan Bank, Chemical Bank, Citibank y Prudential Securities. Ataca a los ambientalistas a la vez que acepta dinero de contaminadores como Chevron, Exxon y Shell. Apoya la privatización de la Internet mientras recibe donaciones generosas de Microsoft, NYNEX, Bell Atlantic y Sun Microsystems.

Este intelectualismo mercenario le ha servido bien a los personeros de Cato. La organización acaba de mudarse a un lujoso edificio de $13.7 millones.

 

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